En 1979, y tras varios meses de múltiples reuniones entre las fuerzas vivas del baloncesto local tratando de encontrar la mejor salida posible ante la nueva situación planteada en el mundo de la canasta tras la desaparición de la sección de baloncesto del Elche C.F, un grupo de jovencitos comprometidos con el deporte y la juventud de su pueblo deciden fundar el Club Baloncesto Ilicitano.

Aún hoy, la mayoría de sus socios fundadores, Carlos Guerrero, Tomás Lloret y José Luis Martínez fundamentalmente, siguen al pié del cañón involucrados de pleno en el crecimiento y consolidación de este Club, de nuestro Club.

Pero lo poco o mucho conseguido no depende sólo de quienes continúan sino de muchísima y muy válida gente que ha pasado a lo largo de la historia por este Club y, que aportando su trabajo, dedicación y cariño, han ido dejando su poso, su legado, su camino abierto a las nuevas y continuas incorporaciones. El Club Baloncesto Ilicitano rápidamente empezó a crecer deportivamente hasta lograr en muy poco tiempo su mayor cota, el ascenso y la permanencia durante algunas temporadas en la Segunda División Nacional por aquel entonces la categoría de bronce del baloncesto español. Y con los éxitos deportivos llegaron los reconocimientos de todo tipo, especialmente significativa fue la concesión en 1984 del Dàtil d’Or lo que llenó de orgullo y satisfacción a todos los componentes de este Club que siempre han hecho gala de ilicitanismo allá por donde fueron.

Un club no profesional como el nuestro no ha podido mantener siempre una línea regular a la hora de dar continuidad a entrenadores y proyectos y sus resultados deportivos aparecerían en una gráfica con los típicos “dientes de sierra”, y es que aunar el baloncesto promoción/formación con el baloncesto/resultados nunca ha sido fácil… aunque seguiremos intentándolo.

El C.B.I durante muchos años ha sido uno de los pocos clubes de la Comunidad Valenciana que ha mantenido a sus equipos infantil y cadete masculinos en la máxima categoría autonómica en su grupo de edad, aunque desgraciadamente al término de la pasada temporada se acabó, esperemos que sólo momentáneamente, este sueño y esta responsabilidad.

Si en estas líneas hay que mencionar a protagonistas que desde distintas parcelas hayan dejado su sello particular en nuestra historia, y siendo conscientes que algunos nombres importantes se nos quedarán en el tintero o en el teclado, debemos citar a Diego Díez, el coach de los ascensos consecutivos hasta la Segunda División, a Julio Ramón, con su “fábrica” de baloncestistas instalada en el Instituto de Carrús, a José Carlos Liria, que consiguió con sus chicos una Copa Generalitat, a Paco Maciá que llevó a los cadetes a estar luchando con Pamesa y Etosa, a tantos y tantos más… a los propios Carlos, Tomás y José Luis que hicieron a lo largo de muchos años del Parque Deportivo su segunda residencia cuando no la primera. Y si de leyendas en la cancha hay que hablar quién no ha oído hablar de Mut, de Morell, de Juan Carlos Soler (q.e.p.d), de Manolo Barceló, de Saura y Mendiola, o de Óscar, de Tomás y de José L. González y su casi inagotable generación 67-68-69.

Por último, aunque todo lo anterior y lo que aquí no aparece se desarrollará posteriormente en nuestra web, habrá que apuntar también que el ilicitanismo antes referido no sólo se vive por dentro de cada uno de nosotros sino que también lo llevamos por fuera, cara a todo el mundo, así los colores fundacionales, verde y negro en recuerdo y como pleitesía a la Penya, al Joventut de Badalona, se han sustituido en las equipaciones de juego por los de nuestra ciudad, azul y rojo, el escudo original, una simple canasta y un balón con la inscripción CBI, hace varios lustros que dio paso a otro en el que una palmera es la principal protagonista sin olvidar que en las últimas temporadas se ha lucido en las distintas prendas deportivas utilizadas por todos los componentes de nuestro Club logos y alusiones directas tanto a los dos Patrimonios de la Humanidad y, cómo no, a nuestra Dama d’Elx.