Una gran experiencia vivida en el Torneo Marina Baixa, tanto a nivel competitivo como extradeportivo.
En cuanto a la competición, el primer día nos enfrentamos a Valdeluz “A” y a Terralfás. El primer partido se ganó con dificultades, algo espesas y condicionadas por las faltas (+13). El segundo, ya con el ritmo cogido, se mejoró mucho en defensa y permitió superar con facilidad la fortaleza física de las de Alfaç (+29).
El hueso duro del grupo llegó el viernes. El Olivar, campeón del año pasado y que nos había barrido la anterior edición, se postulaba como favorito para la primera plaza. Pero un grandísimo trabajo defensivo y, sobre todo, en el rebote, nos concedió una renta muy notable al descanso, que mantuvimos con relativa facilidad hasta el final del encuentro (+22).
El sábado disputamos el último partido de grupo, relativamente fácil contra multibasket “B”, que pese a su última plaza luchó hasta el final, y nos costó despegarnos. Destacar la aportación las dos infantiles, Analís e Irene, que debutaba con el cadete (+46).
El partido duro llegó por la tarde. Romareda, habitual en C. de España y con un físico espectacular (sólo decir que casi da el susto a Ros Casares en la final, que se quedaban pequeñas ante el poderío físico de las aragonesas), nos esperaba en semis. Pese a los 14 puntos de ventaja, con un gran juego, a principio del partido, ir con 7 jugadoras y no privarse de la diversión fuera de la cancha (como debe ser en un torneo a final de temporada) pasó factura en las piernas y en la cabeza, y pese al intento del equipo de aguantar, no llegábamos al ataque ni a la defensa (como muestra, las jugadoras muriendo en la cama nada más terminar de cenar). Nada que reprochar, un -9 que sabe mejor visto en el tiempo.
Las semis, un partido relativamente fácil contra multibasket “A”, donde las jugadoras sacaron fuerzas de donde no habían y consiguieron hacerse con la tercera plaza del torneo (+15).
Me quedo, sobre todo, con la aportación de todas las jugadoras en todas las facetas, en cómo se han crecido para suplir la falta de efectivos, y cómo más que nunca se ha visto un equipo donde todas se daban cuenta de que eran importantes, y luchaban para evidenciarlo.
Aparte de la experiencia puramente deportiva, creo que todo el equipo está de acuerdo de que ha sido un torneo muy especial, donde se ha acentuado todavía más, si cabe, el “buen rollo” y la unión total de las jugadoras
Una simbiosis que ha dejado grandes momentos para el recuerdo, y una sensación de “familia”, que será difícil borrar, y que ha sido la clave del “por qué” de esta espectacular temporada que se han “cascado” estas chicas; y me ha hecho irme con la sensación de haber dirigido algo más que un simple equipo.
